El doctor H. Zano había atendido numerosas consultas. Fastidiado consultó su cronómetro, así descubrió que era tarde y debía darse prisa si quería llegar temprano al recital de piano y orquesta de su prometida, Wanda Q. --¡Si el reloj se detuviera! --, pensó, mientras bebía. De todos modos, dependía de su agenda para sus citas y algunas, jamás podía. El Tirano le sugirió que se apurara, cosa que hizo y aceleró para cruzar antes del cambio de luces, que lo traicionó… así que frenó bruscamente a centímetros del camión con zorra que cruzaba sonriendo perezosamente, según le pareció. Miró el reloj para saber el tiempo perdido en este cruce, pero el Implacable gritó: --¡Tarde! --. Comprendió que no llegaría al primer movimiento, así que bebió dos tragos. Al reanudar la marcha tarareaba una melodía conocida. Como estaba en primera fila, partió rápidamente, ya no se moderó, sino que su velocidad imitaba una ambulancia. Un extraño placer lo embargaba, mezcla de satisfacción y dudas, antes de estrellarse definitivamente contra aquel transporte, que perplejo cruzaba la avenida. En aquel momento, Wanda Q. & Orquesta remataban magníficamente, los compases de la Marcha Fúnebre Para una Marioneta, de Charles Gounoud.
Eduleira dijo en 200 palabras el 15/02/2008 17:08
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