Louis Réard, ingeniero francés especialista en mecánica del automóvil, cuando necesitó ponerse al frente de la mercería familiar, desarrolló el “bikini” a orillas del Sena, prenda que tomó el nombre de las islas en las que Estados Unidos realizaba por aquellos días, las primeras pruebas nucleares. La prenda fue en verdad una “bomba anatómica”. Hasta el punto que para su presentación tuvo que solicitarlo a una bailarina que se desnudaba en el Casino de París. En España e Italia, países custodios de la moral notoriamente católica de entonces, prohibieron en sus playas la descocada prenda, que no dudaban en lucir vestales de la concupiscencia como Jean Maysfield o Marilyn Monroe, hermosas actrices de la época. Roger Vadim tuvo que hacer que “Dios crease a la mujer” para que Brigite Bardot abriera la puerta a su aceptación en los años 60. Al mismo tiempo que las feministas quemaban los sujetadores en mayo del 68, el tres piezas se imponía en las playas para obsesión de hombres y mujeres, aunque por motivos distintos. Los unos por la libido, las otras por la línea. Algunos años más tarde, en las playas del sur de Francia apareció el “monokini”, pero esa… es otra historia.
Eduleira dijo en 200 palabras el 05/07/2008
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