Pasajero cotidiano, noté que el transporte habitual estaba más silencioso que de costumbre, porque no subían los pequeños viajeros de siempre. Una vez llegado a mi destino, las calles no estaban llenas de túnicas blancas y risas infantiles como solían, a esa hora próxima al medio día, en que cambiaban turnos. Pero debido a mi propia abstracción, dejé esa idea, mientras me ocupaba del devenir cotidiano, llevar la administración de algunos asuntos. Luego, en casa de mi nieto, decidí salir con el y su abuela a dar un paseo, ya que el día que antes se mostraba gris y triste, había comenzado a sonreír a través de unos rayos de sol que perezosamente asomaban entre las nubes en fuga. Siempre llevo conmigo una cámara, por si aparece algún motivo que valga la pena testimoniar, aún dentro de lo relativo de las situaciones que se presentan. Pero ahora, comprendí súbitamente, qué era el bullicio aquel que me arrastró a fotografiar... ¡Vacaciones escolares!
Pude ver, como dentro del claro de un bosque encantado y misterioso, que toda la alegría que había desaparecido de las calles, estaba concentrada en la presencia de los niños con sus padres, en los juegos de la plaza.
Eduleira dijo en 200 palabras el 07/07/2008 15:12
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