En el hermoso jardín que daba al Sur, el Maestro meditaba. Un rato antes, había sentido brevemente el calor solar, cuando unos rayos atravesaron un claro entre las nubes que cubrían aquel lugar tan especial, en el que el maestro Morito Huni, solía encontrar sus mejores pensamientos… entonces, se hallaba a si mismo. Los rayos del sol habían jugado sobre la cansada piel del maestro y le habían provocado unas ligeras cosquillas, que el interpretó como un viento divino que lo acariciara. Entonces se unificó al centro del planeta, fue uno con los árboles y aves con las piedras y los granos de arena...con el agua y los peces en el pequeño lago. El Maestro Morito Huni meditaba aún cuando con su paso ágil pero cargado de años, cruzó el puente de madera que lo trasladó al otro lado del arroyo que besaba a la laguna. El maestro solía ejercitar un largo rato, pero esta vez...escribió sin más:
El pez nada hoy
Solo para ser visto
El río fluye
Las nubes pasan
Camino de la noche
Toque divino
Respiran hojas
Las aves y las rocas
Mirando al pez
Unos elijen
No ver al pez ni al sol
Negando su ser-
Eduleira dijo en 200 palabras en 8/1/2009
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