lunes, 7 de julio de 2008

Vacaciones de julio

Pasajero cotidiano, noté que el transporte habitual estaba más silencioso que de costumbre, porque no subían los pequeños viajeros de siempre. Una vez llegado a mi destino, las calles no estaban llenas de túnicas blancas y risas infantiles como solían, a esa hora próxima al medio día, en que cambiaban turnos. Pero debido a mi propia abstracción, dejé esa idea, mientras me ocupaba del devenir cotidiano, llevar la administración de algunos asuntos. Luego, en casa de mi nieto, decidí salir con el y su abuela a dar un paseo, ya que el día que antes se mostraba gris y triste, había comenzado a sonreír a través de unos rayos de sol que perezosamente asomaban entre las nubes en fuga. Siempre llevo conmigo una cámara, por si aparece algún motivo que valga la pena testimoniar, aún dentro de lo relativo de las situaciones que se presentan. Pero ahora, comprendí súbitamente, qué era el bullicio aquel que me arrastró a fotografiar... ¡Vacaciones escolares!
Pude ver, como dentro del claro de un bosque encantado y misterioso, que toda la alegría que había desaparecido de las calles, estaba concentrada en la presencia de los niños con sus padres, en los juegos de la plaza.

Eduleira dijo en 200 palabras el 07/07/2008 15:12

domingo, 6 de julio de 2008

Un día de julio, pero de 1946

Louis Réard, ingeniero francés especialista en mecánica del automóvil, cuando necesitó ponerse al frente de la mercería familiar, desarrolló el “bikini” a orillas del Sena, prenda que tomó el nombre de las islas en las que Estados Unidos realizaba por aquellos días, las primeras pruebas nucleares. La prenda fue en verdad una “bomba anatómica”. Hasta el punto que para su presentación tuvo que solicitarlo a una bailarina que se desnudaba en el Casino de París. En España e Italia, países custodios de la moral notoriamente católica de entonces, prohibieron en sus playas la descocada prenda, que no dudaban en lucir vestales de la concupiscencia como Jean Maysfield o Marilyn Monroe, hermosas actrices de la época. Roger Vadim tuvo que hacer que “Dios crease a la mujer” para que Brigite Bardot abriera la puerta a su aceptación en los años 60. Al mismo tiempo que las feministas quemaban los sujetadores en mayo del 68, el tres piezas se imponía en las playas para obsesión de hombres y mujeres, aunque por motivos distintos. Los unos por la libido, las otras por la línea. Algunos años más tarde, en las playas del sur de Francia apareció el “monokini”, pero esa… es otra historia.

Eduleira dijo en 200 palabras el 05/07/2008