Los uruguayos ya defendimos el agua ante los embates de la privatización. Ahora tenemos por delante el deber de profundizar esa defensa ante formas indirectas de apropiación. Hoy día, el modelo del agronegocio con monocultivos a gran escala – incluidos los monocultivos de árboles – se expande, a costa del suelo y también del agua. Testimonios recogidos en el Uruguay rural dan cuenta de cómo se secan los pozos, desaparecen cañadas y merman ríos y arroyos allí donde la vista choca contra la enorme muralla de eucaliptos y pinos, vampiros de nuestra riqueza hídrica. Además, las plantaciones utilizan venenos, para fumigar, para hacer crecer y todo va a parar al agua. El golpe de gracia a nuestra riqueza hídrica es la plantación de monocultivos en las nacientes de las cuencas, rompiendo el ciclo del agua. Esto ocurre con la plantación de especies exóticas en zonas serranas y la forestación en la cuenca del río Tacuarembó, principal afluente del río Negro y de importancia vital para la alimentación de las represas hidroeléctricas instaladas en este último. Es un mal uso y contaminación, por y para intereses privados, utilizando un bien de naturaleza pública, el agua. ¡ESTO ES INACEPTABLE! ¿Vamos a permitirlo?
eduleira dijo en 200 palabras el 21/3/10
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